Una de las experiencias que más me han impactado en mi vida fue un viaje con honguitos de psilocibina en el jardín de mi casa. En esa ocasión me sentí totalmente fundido con el universo, como si cada partícula de mi ser estuviera interconectada con todos los seres, cosas y dimensiones. Pude ver a seres de otros mundos, y lo más bello de todo, fue que me sentí totalmente conectado con mi mamá, quien había muerto hacía unos 15 años, pero que estaba conmigo sin necesidad de verla. Era como estar en el tiempo pasado, presente y futuro mientras me sentía uno solo con el universo, en todos los tiempos y mundos. Es realmente difícil verbalizar lo que sentí, pero ese día, tras una total disolución del ego, tuve la certeza y el pleno entendimiento de que somos parte de una misma divinidad y energía creadora.
Poco después de esta epifanía psicodélica me empecé a interesar y a apasionar por la física cuántica. Esta me hizo comprender la ciencia detrás de la sensación y el entendimiento que tuve aquella mañana. Y es que somos 99,99999% energía y solo 0,000001 cuerpo físico, algo un poco difícil de imaginar cuando lo que vemos son nuestros cuerpos. No podemos ver con nuestros ojos la energía que compone la mayor parte de nuestro ser y del universo entero.
Así como sucedió en esa experiencia con los hongos, en donde estaba conectado con el todo, todos tenemos el chance de conectar con infinitas posibilidades en la vida. Nuestra energía se conecta con energía de la misma frecuencia y es ahí cuando podemos manifestar la realidad que queremos. Y para manifestarla tenemos que hacer un trabajo para cambiar lo que pensamos. Nunca vamos a atraer lo que queremos, vamos a atraer lo que somos, energía.